el crimen de stevenson
(¿sacrificios? ¿articulación de símbolos? ¿una extraviada
alegoría?)
Los crímenes fueron dos. O tres. Si se nos permite corregir, uno en realidad. O, quizá, para ser más precisos (nos preocupa acechar la verdad en esta irresistible porfía de acciones de engaño): nadie fue atacado, nadie mató en ese acto confuso de simetrías donde Hyde corre por la calle Cabrera al mil cuatrocientos a la madrugada ( tal vez el límite de la medianoche ) del catorce de setiembre ( un día difuso, es verdad) y es asesinado mientras piensa ( la humillación lo violenta cuando descubre que él y Jekyll ( Hyde y él ) son el contacto momentáneo de dos imágenes) si va a poder llegar al portón verde de la media cuadra. En ese instante ( acá la investigación debe detenerse. La cautela en el seguimiento del tiempo propuesto por el matador nos lleva al espacio de la víctima: la escena: ¿un simulacro?: ¿ensayo o repetición?: ¿acaso la digresión del victimario?:
¿la medida de infracción en la inconsecuencia del contrincante?) decide la muerte de Jekyll ( de Hyde ) que luego de doblar por Royal Street al seiscientos se detiene para leer:
The night comes on
You wait and listen...
To all these ghost of change.
And they are you y tropezar con algo baboso y con
sangre: oye la risa y el grito: percibe el espanto de saber que está muerto: ¿él?: ¿ el otro?: reconoce que ha matado: se cerciora, al fin: es uno: es otro: se entera, en entrelíneas: se confundió y cambió el orden de las figuras: exactamente: eso fue lo sucedido.
En estos hechos de sangre (¿sacrificios? ¿articulación de símbolos? ¿una extraviada alegoría?) no podemos deshacernos de evidencias no triviales: las tres faces de la luna, los chillidos en el momento del crimen, la danza de velos oscuros, la inmovilidad tenebrosa del primer acto del Götterdämmerung que Hyde agazapa en su memoria: ( Jekyll evoca: Hyde retorna, una y otra vez: ese lugar yermo de Wagner, la letra despiadada:
You wait and listen...
To all these ghost of change.
And they are you y tropezar con algo baboso y con
sangre: oye la risa y el grito: percibe el espanto de saber que está muerto: ¿él?: ¿ el otro?: reconoce que ha matado: se cerciora, al fin: es uno: es otro: se entera, en entrelíneas: se confundió y cambió el orden de las figuras: exactamente: eso fue lo sucedido.
En estos hechos de sangre (¿sacrificios? ¿articulación de símbolos? ¿una extraviada alegoría?) no podemos deshacernos de evidencias no triviales: las tres faces de la luna, los chillidos en el momento del crimen, la danza de velos oscuros, la inmovilidad tenebrosa del primer acto del Götterdämmerung que Hyde agazapa en su memoria: ( Jekyll evoca: Hyde retorna, una y otra vez: ese lugar yermo de Wagner, la letra despiadada:
"Vamos a danzar y a cantar
¿ pero dónde, dónde ataremos la cuerda?), la noche sin pájaros que retiene Jekyll ( que intuye Hyde) ( Jekyll( el otro ) sostiene en su aliento el malicioso aroma de dama de noche, se le había impregnado, se lo había pasado a Hyde: a él: a mí ): los dos: nosotros: ( ahora, sí, en los huecos fronterizos, en los márgenes de estos documentos podemos afirmarlo: la misma vorágine de olores, de ansiedad de presa, idéntica premura, igual designio:).
Hemos repasado los puntos erráticos de la pesquisa, subsiste perversidad ( no barbarie) en el orden secreto de las conjeturas: hasta el infinito, desmesuradamente, quizá ( con infortunio): cifraremos ( en vano: sustituiremos:) interpondremos: (nos sacaremos de sí: de nosotros) hasta la saciedad, hasta el abismo: yo seré él, él el otro, el otro Hyde, o Hyde Jekyll, seremos los tres, los dos, nosotros: yo seré, al fin, el matador (la víctima): el criminal, la sospecha, todos, aquí, a un tiempo, ahora (: el paradigma):
El crimen de Stevenson integra el libro de relatos La Facunda,Buenos Aires, Piso 12 ediciones, 2005/ 2a. edición, Buenos Aires, editorial Imaginante, 2016,