viernes, 4 de febrero de 2022

Poesia y Ciencia

El Bostezo. Acerca de los Agujeros Negros.
Solo somos los custodios temporales de las partículas de las que estamos hechos.
Stephen Hawking


 

jueves, 30 de diciembre de 2021

Mitos en la Literatura


Gian Lorenzo Bernini, El rapto de Proserpina.


Rapsodia de la Antigua Niña

 Publicado en la Antología poética Bardos y Desbordes II, Buenos Aires, 2019.

Perséfone a la orilla del río

 

ella cree en los jardines colgantes los verdes vuelos

                      la rosa que suspende de la espina reina

cree en algunas semillas de mi cuerpo

en las tormentas desvaídas

de mi memoria

en los vacíos donde

rugen

                    las aspas

(aunque aún

no ha visitado

el mínimo establo

no ha sumergido su desnudez

dentro del ojo

del océano)

 

ella cree se muta en la espesura del sol

en las aguas eléctricas donde

cimbra

su eternidad

ella nace en mi arteria

día a día

pequeño retoño

del antiguo grito de las cuevas

crece

desplazándome mientras      

me arrastro

por esos corrales donde

buscamos

el diente semillero

la roja roja fruta

para agotar su jugo

de nuevo

ella y yo

para

agotarlo

 

Romance del goce

 

ah

en qué hueco

intacto

        la fruta nombra encarna

su deseo

 

lo suspende en

la  indócil  penumbra

 

cuánto titubeo

en el llamado

 

cuánto grito semillero

en el perplejo y

 

rojo

 

grano

 


Los ardides de Perséfone                                    

                                      

                                                                           La muchacha indecible

                                                                                  Giorgio Agamben

 

Ella no se deja decir.

Se silencia en la gracia

de su desnudez.

                       

                               (Un iris luminoso se desprende en la cacería.)

 

dónde está la Vieja  Niña

                             en cuál de las ardorosas penumbras

                             cohabita

                             la sospechosa

              

                            (Toquemos ocultos

                             el escozor de la seda.

                             Rasguemos

                             inestable                

                                              la premura

                             en este goteo del desierto.)

 

Ella tiembla sin cesar

mientras se da a conocer.

 

La Franjera

 

la andariega

la extraviada de su pensamiento

acompañante flaneur bella pigmea

 

la que se descasta

 

el olvido  perturba su voz

y se desnombra

 

esa Roja

miradora del destiempo

vespertina abreva

en los ombligos 

del océano

 

una  niña

la franjera del destino

abraza

su desazón de cristal

aunque la noche insista

desnude

el derrame del vacío

en la fuga de los soles                 

 

Perséfone en los Establos

 

ahora ella

con su levedad

con su casi diminuta mano

puede tocar el imprevisto agujero de la tierra

 

abajo

dice el Visitante

el gnomo oscuro

el anfitrión alado

 

debajo dice

aquí el aspa ya huele

a molinera

a cereal mojado

a diente semillero

y la humedad resbala

por donde se nutren  crujen

las cáscaras

 

abajo dice

debajo

 

donde se impregnan

los goces insurrectos

del guerrero

 

abajo

donde el tiempo

bambolea un trozo del reflejo

 

debajo

en el redil del Terrón

donde el vuelo

golpea

los pájaros

  

El Baile

 

Y ahora en los subsuelos

entreverada perdida en panópticos dorados

la cazadora la virgen  la deseosa raptada

la recordadora de la fuente inmemorial

la violenta etérea

la innombrable la indecible

la iniciadora de los duelos nocturnos

ella la oscura amorosa diáfana

ella danza

baila con su esposo furtivo

danza

el azaroso abrazo de la máscara

danza danza

en el punto del sol menguante

baila 

hiende penetra su vientre

se sacia danza baila

en el vaciamiento de la noche

en su caída infinita

baila